Nanas
Estrecha es la mira por donde nuestro afecto resplandece. Se acota por las muestras inagotables del ego que nos imponemos a nosotras mismas. Todo a nuestro alrededor nos señala y nos insta a que la mirilla se acote y restrinja, hasta que quede aplastada por un puñado de normas que nosotras mismas fortalecemos. Los pequeños destellos de nuestro afecto que en ocasiones logramos ver son palabras de auxilio que nos dan claves para nuestra supervivencia. Vamos viendo poco a poco como el “no somos nada sin las normas” esconde la poderosa verdad de “nos estamos matando con esas normas”. Explicar y explicar una y otra vez el secreto de la felicidad, pero la ignorancia que nos somete por nuestras propias vendas nos impide filtrar la verdad. Nuestra propia verdad, nuestro propio afecto. Asumimos un conjunto de preceptos impositivos sin los cuales pensamos imposible la vida, pero nos retuercen para exprimirnos gota a gota nuestro ser.
La caballería de números en
suma podría desbaratar y violentar las normas conjuntas, hasta que aplicasen
otras que se cuelen en nuestra comodidad. Ese yugo se parte desde el interior
de las entrañas de una misma y con la visión lo más clara posible podemos
liberar nuestros afectos y relacionarnos con la vida, no con la violencia y la destrucción
utilitaria para unos pocos. Las canciones de muerte, destrucción y gloria sólo
nos las cantan ellos como una nana hipnótica que nubla los corazones. Pero si
agudizamos el oído podemos escuchar otras voces cargadas de amor e, incluso,
nuestra propia nana interna que empodera nuestros afectos y despierta nuestros
seres.
Fdo. La Figa Vegana