Efímero paso

Cuán violenta es la razón que se impregna en mis noches, causándome un trémulo final. Experimento con creces el desconcierto del corazón. No es mi cuerpo, no es mi ser, no son los ojos que me vieron crecer. Extraña en mi cuerpo, no concibo los sentimientos humanos, que no dejan en sí mismos de creer. Soy una violenta tempestad en medio de la espantosa realidad. La envoltura de mi alma no deja de quejarse, no me permite estar en paz y es tan débil que por el pozo de la muerte enseguida puede resbalar. No son mis manos, no son mis pies, tan diminutos y raros, semejantes a las algas de mar que por el fondo no te dejan ver. ¿Qué soy? ¿En qué me he convertido? Al caminar piso todo lo que sale a mi paso, en mis manos se marchita la floresta que me alcanza, por mis pulmones expiro humo negro que envuelve el cielo en oscuros cambios. Mi aliento derrite el precioso hielo, antaño homogéneo y extenso. De mis músculos sale por presión una fuerza avasallante, extinguiendo halos de vida hermosas y acariciantes. ¿Qué es de mí? ¿Qué es de la mujer que quiso aprender del mundo y sin destruirlo saber seguir?

Artificial, todo es absolutamente artificial. ¿Dónde quedó lo natural en esta sociedad? Calles repletas de pesar. Cabezas gachas mirando el asfalto que desde hace años les vio caminar. El mismo recorrido, sin cambiar. Afición por una destrucción que parece irreal. Todo parece un sueño, con un efímero paso. Todo acto parece pequeño, siendo así ante los millones de años ya pasados. Pero nada es pequeño, nada es irrelevante, nada está conforme. Una condición que no deja de repetirnos el cambio, el malestar, el agobio en un lugar y nos hace transformar, por mucha destrucción que pueda conllevar. 


Fdo. La Figa Vegana

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