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Mostrando entradas de 2022

Fuero interno

 Un fuero interno que repica, suave y lento, me susurra. Cierro los ojos y atiendo el latido. A mi izquierda unos tambores reverberan, me hacen vibrar y mis párpados trémulos se alzan. Delante de mí unos hilos ondulantes que se expanden. Un fuero interno que reluce, titila y refleja, me nubla la vista. Me rozo la piel y observo que aumenta mi temperatura. A mi derecha una brisa que me eriza el vello al contraste. Mi boca se abre y exhala repiques de mis cuerdas al viento. Los hilos se enredan entre mis dientes y mi lengua prueba el sabor del reflejo del sol. Me acuclillo mientras los hilos quedan suspendidos arrastrando palabras resguardadas en mi garganta. Me tumbo en la hierba con la nariz rozando el barro entre las hojas. Entonces la brisa me eleva unos centímetros del suelo, mi cuerpo traspasa una fina y húmeda capa, y mi cuerpo queda flotando a tanta distancia del barro que me es imposible discernirlo entre las nubes con tintes cálidos. Extiendo las extremidades todo lo que da...

Una vez más

S e suprimen las agonías y se conectan las palabras. Acaso ser es la supresión del yo que amenaza con la destrucción a las personas. Querido ser, mi visión acotada por el incesante discurso autómata que cae vanamente en el inconsciente. Un remolino de hojas que mece mi sueño ligero y una brisa despejada me asoma por las rendijas del querer. Abierto el camino, una vez perdida, se encuentran las pistas para volver a encontrarlo. Será quizás la soledad del ego su muerte inminente. Será pues el acompañamiento consciente el empuje necesario al bienestar comprensible. Componiendo los pasos que me llevaron a las rendijas puedo acotar los espacios que me alejan de éstas. Los pozos conectan con otros senderos y se entrelazan con los mismos que generación tras generación recorremos. Es muestra ineludible del dolor común el aciago manifiesto de las voces que acompañan los senderos y mis pies se manchan de sangre que durante siglos ha fluido por nuestros muslos. Anciana amiga la mano que me suje...

Temblando de ira

Domingo de descanso con apetecibles lecturas interrumpido.  Una vez más. Otro grito desgarrador de una mujer pidiendo auxilio, la está golpeando y arrastrando a lo que supuestamente es un hogar. Mientras, la criatura que nació de su vientre llora desconsolada. Las vecinas se asoman con preocupación e impotencia. Yo soy una de ellas. Escucho a los hombres hablar. “¿Qué puerta es que estoy llamando a la policía?”; “Vaya hijo de puta, la va a matar”; “¡Ye Paco!  ¿Cómo estás?”. Encogida en mi balcón me quedo inmóvil mirando el patio de luces y, sobre todo, el balcón de la mujer. Me viene el recuerdo de uno de los hombres que habla y una mujer que había pedido auxilio en su balcón hacía unos meses porque la retenía en su casa. Otro recuerdo. Esta vez muchos, pues la voz del hombre más cercano a mí me lleva a los gritos de su mujer cansada acusándolo se ser un borracho que gasta todo el dinero y no aporta absolutamente nada en casa. Encogida en mi balcón me quedo temblando de ira. F...

En cantinas con amaneceres húmedos

El roce de las pieles quiebra las dunas de rocío y destila el vaho del color de los delirios. Andar sin ser vistas y acusar la noche de torpezas quiméricas. Cuántas más palabras, más sinsentidos frugales acometidos de mentes precoces. Acaecidas las distancias como redobles enfurecidos por la euforia. El gotelé de las paredes queda enmarcado en la espalda y las arañas del cuarto quedan esta noche escondidas. Mensajes con hilo rojo y almohadas de satén cosido con parches elocuentes. Unos susurros se escurren por las grietas y la cuerda rota de la guitarra vibra al aire ante el paso de las horas. Fdo. La Figa Vegana

La cosa no va de culo

            Puedo afirmar con serenidad que sin ti me muero. Y puedo afirmar severamente que siempre te tengo. Piensan que creemos tenerte porque ellos creen que nos manipulan para pensar que es así mientras intentan privarnos de ti. Pero no eres suya, no eres de nadie más que mía, y la tuya, maravillosa lectora, no es más que tuya. Escribo estas líneas sabiendo que lo hago desde una posición privilegiada, donde me intentan privar de ti a unos niveles mucho menores que a la mayoría de las personas del planeta. Entonces ¿Qué puedo hacer contigo? ¿Debo, en sí, hacer algo? Puedo afirmar con fiereza que quiero gozarte o… ¿consumirte? ¡Oh, el Consumo! ¡Maravillosa panacea que nos libra de todos los males que la vida ejerce sobre nosotras y es acompañada de un perfecto y abundante desecho! Pero ¿sabes qué, querida? les sonreiré mientras les enseño cómo consumo algo que ellos no quieren ni que consuma ni, mucho menos, que posea, aunque quieran que crea que sí...

Rojo brillante

Camino mientras un líquido espeso recorre mi pantorrilla y se enreda en los pelos de mis piernas. Mi vientre pesado me avisa de que mi cuerpo necesita reposo. Recorro con mis dedos el cosquilleo húmedo de mi entrepierna y mis dedos salen teñidos de un precioso y brillante rojo. Una mirada se cuela por mi falda y observa el reguero que hay tras mis zapatillas. Conjuro la calma ante la desaprobación impuesta sobre el flujo de mi útero. En cada paso noto que voy aflojando los grilletes y cada gota de sangre un reflejo de orgullo ante la naturaleza de mi cuerpo. Me siento anclada a la tierra y noto con más calma como el aire otoñal roza mi piel. Mis zapatillas brincan y en la acera queda pintada la libertad de un coño alegre. Fdo. La Figa Vegana

Aves

Proceder sin proceder a encontrarnos. Arremangarnos en los acantilados y ahond ar. Hambrientas las aves se posan y dejan sus plumas cuando bailan el aire. Las llamas titilan y las nubes se paran. Agradecida se posa el ave alimentada y conquista los ejes del mundo lindante. Agua viene por los sueños de labriego y cunden las lomas de cristalinos remolinos. Arden los ojos de mirada lejana y se descubren los sentires de respiraciones arboladas. Puesta cumbre de los hogares, que contemplan las ascuas de añejas patronas. Un pie frente al otro intercambian zanjas y el vals de las aves se transforma en tierra. Fdo. La Figa Vegana